Es un movimiento de la Iglesia Católica extendido por todo el mundo. Lo forman familias que quieren vivir su Fe con alegría, en comunidad con la Iglesia y su jerarquía.
El MFC pretende descubrir, vivir y transmitir los valores cristianos fundamentales de la familia, tales como la vocación del laico casado, la fuerza salvadora del Sacramento del Matrimonio, la vivencia de la fe cristiana en el seno de la familia, la prioridad de la familia como Iglesia Doméstica y transmisora de la fe.
La misión del MFC es la misión de la Iglesia y la desarrolla día a día en las diócesis y parroquias donde está implantado. Atentos a los signos de los tiempos, anuncia el Evangelio de Jesús a todas las familias.
Qué es el MFC?
Es un movimiento de la Iglesia Católica extendido por todo el mundo. Lo forman familias que quieren vivir su Fe con alegría, en comunidad con la Iglesia y su jerarquía.
El MFC pretende descubrir, vivir y transmitir los valores cristianos fundamentales de la familia, tales como la vocación del laico casado, la fuerza salvadora del Sacramento del Matrimonio, la vivencia de la fe cristiana en el seno de la familia, la prioridad de la familia como Iglesia Doméstica y transmisora de la fe.
La misión del MFC es la misión de la Iglesia y la desarrolla día a día en las diócesis y parroquias donde está implantado. Atentos a los signos de los tiempos, anuncia el Evangelio de Jesús a todas las familias.
Nuestro Fundador
Padre Pedro Richards. Fundador del Movimiento Familiar Cristiano
R. P. Pedro Richards, C.P.
BIOGRAFÍA OFICIAL DE LA COMISIÓN SEDE
DEL MFC EN LA ARGENTINA
actualizado por Pablo Cavallero, Octubre 2020
El Padre Pedro nació en la calle Zaire y Monroe, barrio de Belgrano, Buenos Aires, el 31 de diciembre de 1911 y fue anotado como Juan Enoch Richards, pero bautizado también como Pedro, nombre que asumió en su vida sacerdotal.
Su padre fue Juan Carlos Richards Doyle, nacido en Salto (Pvcia. de Bs. As.) en 1876, cuyos antepasados galeses fueron con Cromwell a Irlanda pero, al ver la crueldad de éste contra los católicos, se convirtieron al catolicismo. Al llegar a Buenos Aires, Carlos se dedicó a limpiar maquinarias. Luego, ya casado, administró el mercado de Talcahuano y Victoria. Estudió para ejercer como procurador y ayudó a muchos pobres. Fue silencioso pero muy activo. Falleció en septiembre de 1961.
Su madre fue Julia María Kehoe Kelly, de familia gaélica. Era el motor de la familia. Llegó a ser Presidente de la Acción Católica de Santa María de Coghlan.
Juan Carlos y Julia María, casados el 13 de diciembre de 1905 en Santa Lucía de Barracas, tuvieron seis hijos: José Eduardo (1907-1978), Joe, abogado, padre de doce hijos, casado con María Elisa Flynn ‘Moira’; María Elisa, Minnie, estaba a punto de profesar como monja pasionista, pero murió de tuberculosis a los diecinueve años (1909-1928), hecho que causó gran dolor a nuestro Pedro; Juan Enoch, ‘Pedro’, llamado Chubby familiarmente; Carlos Julio, Charlie, padre de nueve hijos, casado con María Raquel Maglio, Mariechen; Luis María (1918-2002), Lulo, casado con Gretchen Enskatt, Tutte, fallecida en 1960, quien le dio seis hijos, y en segundas nupcias con su prima Maureen Dolan Kehoe, con quien tuvo otros tres; Federico, padre pasionista (1921-1999), en cuyo parto Julia casi muere. Esta vida familiar fue para Pedro una fuente de valores y convicciones y un ejemplo de vida.
Siendo apenas un niño, resolvió un día tomar la Comunión en la Inmaculada de Belgrano, sin preparación previa y algo similar hizo para la Confirmación. Para entonces recibió clases de catecismo en inglés dictadas por miss Mary Petty. Ya a los diez años se levantaba a las seis de la mañana para acompañar a su madre a la misa diaria en la capilla del Hospital Pirovano y solía concurrir a la iglesia de los Pasionistas en Boedo. A los catorce se inscribió en el Colegio Apostólico de Vicente López.
Pedro estudió en el Belgrano Day School, donde era conocido como «Juan el Terrible» por sus travesuras, que le granjeaban castigos corporales del director, según la pedagogía de la época. Fue boy scout y también jugador de rugby en el equipo Curupaytí. Solía pasar vacaciones con su tío y padrino Joe Kehoe en La Carlota, Córdoba, donde adquirió el amor por la gente de campo, la admiración por la naturaleza y habilidades como montar y participar de un rodeo. Todo esto lo atesoró para sus posteriores «Misiones rurales».
Estando gravemente enfermo, su madre hizo a la Virgen de Luján la promesa de entrar de rodillas al santuario si el niño sanaba; y la cumplió. Por eso el P. Pedro decía que él le debía la vida a la Virgen.
Cuando los padres capuchinos genoveses asumieron la parroquia de la Inmaculada de Belgrano, se estableció un servicio nocturno de sacerdotes de habla inglesa. La comunidad pasionista, que solía visitar a las familias irlandesas, asumió la tarea; el sacerdote que la cumplía pasaba la noche en casa de los Richards. Esa frecuentación de sacerdotes, esa presencia ‘normal’ del sacerdote en la familia, sacerdote amigo, confidente y confesor, “me ayudó a despertar la semilla de la vocación, que siempre viene de arriba”. “Teniendo yo doce años –contaba el Padre– mientras escuchaba a uno de nuestros misioneros en la ‘iglesia redonda’ de Belgrano, sentí el llamado del Señor: ‘La Argentina necesita sacerdotes’. Si hubiera razonado y me hubiera mirado al espejo, tendría que haberme dicho: ‘¿Cómo tú vas a ser sacerdote si tuviste que cursar dos veces primero inferior?’”.
El 13 de diciembre de 1926, días antes de cumplir quince años, entró al noviciado. Fue enviado a Colonia Caroya, en Córdoba, donde estudió filosofía, teología y latín, dado que en latín estaban los textos de lectura. En ese lugar no había luz eléctrica ni agua caliente; a las dos de la madrugada se levantaba para participar del Coro y de la Liturgia de las Horas. Pero este primer intento de noviciado se vio frustrado por un problema de salud, de modo que lo devolvieron a Buenos Aires. Gracias a su conocimiento de inglés encontró trabajo en la compañía de seguros Lenz Roberts y después en la Metropolitan Vichers, empresa que electrificaba las líneas del Central Argentino, en la que ejerció como secretario. Volvió al rugby, inició el boxeo, el tennis y el teatro. Fundó con amigos el Eymard Club, a la vuelta del Santísimo Sacramento de Buenos Aires, y también concurrió al Hurling Club, donde participó de bailes y tertulias.
Durante una visita a la casa familiar, el P. Miguel Deane C.P. le dijo «no están algunos donde debieran estar». A raíz de esto, el 2 de enero de 1933, a los veintiún años, entra a la Congregación de los Padres Pasionistas, orden austera. Estudia en Buenos Aires y en Córdoba, pero cursa la Filosofía en el Seminario de Edimburgo, en Escocia, como miembro de Cuerpo de Estudiantes irlandeses pasionistas, pero terminó los estudios en Córdoba porque, debido a la amenaza nazi, era prudente retornar al país. También estudiaría seis meses en Lovaina, Bélgica, pero no estuvo de acuerdo con las ideas que allí se divulgaban.
Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1940: la fecha consta en un anuncio del diario argentino-irlandés The southern Cross, del 23 de agosto de 1940, aunque se señala que la ordenación será en el «St. Xavier Apostolic College of the Fathers of the Divine Word», en Villa Calzada, y que el viernes 30 celebraría su primera misa en la Santa Cruz de Buenos Aires. Una tarjeta de invitación hecha por sus padres señala, además, que el «padrino de altar» sería Mons. Miguel Deane, C.P., Provincial de la Orden, el «orador sagrado» sería el R.P. Antonio de Monterrosso, O.M.Cap., los «ministros del altar» el R.P. Domingo Moore, C.P. como diácono y el R.P. Alfredo MacConastair C.P. como subdiácono; y que los «padrinos de honor» serían sus padres, Juan Carlos Richards y Julia Kehoe de Richards. La ordenación ewstuvo a cargo de Mons. Juan Chimento.
Como se lo asignó al Cuerpo de Misioneros de la Orden, durante diez años actuó como misionero en ciudades y pueblos, campos y estancias, de la Argentina y del Uruguay, predicando a los peones y puesteros de habla inglesa y a toda persona que se le cruzara; buscaba a los que no llegaban al templo, saliendo a las calles y organizando, en teatros o salones, conferencias especializadas para distintos grupos: varones, jóvenes, matrimonios, etc. Pero más allá del campo, principalmente trabajó en las parroquias que solicitaban las “misiones” en la misma Buenos Aires, como el Socorro, la Merced, la Piedad, Guadalupe. Las misiones duraban quince días y eran esencialmente ejercicios espirituales abiertos a todos. Cada día se iniciaba con una misa, que incluía una predicación corta centrada en la Pasión de Jesús aplicada a la vida diaria; luego un acto de devoción; visitas a enfermos en domicilios y sanatorios. Por la tarde se hacía una reunión con chicos, de una hora, atraídos por rifas o competencias. Al atardecer o después de la cena se reunía a adultos para una charla catequística de un misionero aplicada a la vida práctica; luego un canto, una meditación vinculada a la Pasión, de unos cuarenta y cinco minutos, predicada sobre un tablado y ante un crucifijo de gran impacto visual; una plegaria final como síntesis de la reflexión y un propósito de vida. Además de estas actividades diarias, había conferencias especiales para amas de casa, para profesionales, según las necesidades de la parroquia. Las misiones se orientaban a sacudir las conciencias para que luego cada párroco hiciera el seguimiento.
En 1945, Richards fue nombrado Rector de la Casa congregacional de la Santa Cruz, en Buenos Aires. Fue uno de los primeros en utilizar proyector con filminas para la evangelización. Le dio mucho impulso a la actividad evangelizadora y pastoral de la Casa; “hizo algo nuevo; era una máquina con más inquietud y potencia”, en palabras de su compañero de ordenación y de vida sacerdotal, Ambrosio Geoghegan. Entre otras actividades, el Padre Richards organizaba retiros para pequeños grupos, en colegios y congregaciones, como las Esclavas o San Martín de Tours.
En 1948 inicia, por disposición providencial, la pastoral familiar, centrada en la formación de grupos de matrimonios que, una vez por año, realizan en un retiro de tres días una revisión de su vida personal, conyugal, sacramental y familiar. Luego de algunas actividades, se concretó la fundación del primer grupo del que luego se llamaría Movimiento Familiar Cristiano, el 25 de noviembre de 1948. Dado que en diciembre de ese año Richards cesa como Rector y pasa a ser Consultor del Provincial hasta 1951, es el P. Provincial Ambrosio Geoghegan quien lo autoriza a dedicarse de lleno a la pastoral familiar en julio de 1949, por expreso pedido de dos de los laicos fundadores del MFC, Saturnino Llorente y Juan Martín Biedma. En 1950 hace la primera publicación aplicada a los grupos de matrimonios. También se reúnen los sacerdotes asesores de grupos por primera vez. En agosto de 1951 realiza el primer retiro formal en el convento de las Franciscanas Misioneras, Arroyo 950, tras predicar dos similares en Uruguay, en diciembre de 1950 y en mayo de 1951. En estos años, el Padre Pedro recorre el país junto con los Llorente.
En 1952 se ‘exilia’ y radica en Montevideo, donde en visitas anteriores había iniciado, como se ha señalado, la misma obra de pastoral familiar comenzada en la Argentina; se exilió porque algunos cuestionaban su relación con los grupos del Movimiento acusándolo de “petrismo”, es decir, de sentirse ‘dueño’ de los grupos; empero, mantuvo siempre sus contactos y sus visitas a la Argentina, donde seguía siendo asesor del MFC.
Es entonces elegido Capitular de la congregación, por lo cual viaja a Roma y establece contactos con otros movimientos familiares de Europa y de los EE.UU. A la vez, hace los contactos con los grupos de matrimonios fundados en 1949 por el R. P. Juan Berro García SJ en Córdoba y propone la primera reunión general de “Grupos de Nazareth”. También un sacerdote paulino de Alberione, de la Orden del Cardenal Ferrari, Francisco Rotger, con sede en la calle Maipú al 700, de Buenos Aires, había formado dos grupos de matrimonios, de acuerdo con las pautas de los Foyers de Nôtre Dame; pero eran grupos de espiritualidad ad intra, no de evangelización, si bien él tenía también la orientación de modificar el carácter endocéntrico de los Foyers y tornarlos ‘hacia fuera’, por lo que después fundaría el Instituto de Asistencia, Promoción e Investigación de la Familia (INAFIP). Fueron tres labores confluyentes, la de Richards, la de Rotger y la de Berro García.
Junto con los matrimonios uruguayos Soneira, Gallinal y Gelsi inició Richards la expansión sudamericana del que se llamaría Movimiento Familiar Cristiano.
El Consejo Nacional de Bienestar de los EE.UU. condecora al P. Pedro por su labor en beneficio de la familia, en 1953. Dos años después, Richards da conferencias a laicos y charlas al clero de Colombia, invitado por el Arzobispo de Bogotá, Cardenal Luque. En el mismo año 1955, el general de la Congregación, Pedro Malcolm Lavalle, lo exime de su responsabilidad como misionero para que se consagre al MFC en América Latina. A pesar de tanta actividad, nunca resignó el estudio y la oración, para los que reservaba ineludiblemente los meses de enero en el Retiro de Capitán Sarmiento.
En 1955 expande el MFC al Brasil, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Paraguay. Asiste a las Jornadas paralelas al XXXVI Congreso Eucarístico Internacional de Río de Janeiro.
El Primer Encuentro Latinoamericano del MFC (Montevideo, junio de 1957), que crea el Secretariado General, lo nombra asesor para toda América.
En 1957 corre la voz de que el Nuncio iba a proponer al P. Pedro como Obispo de la nueva diócesis de Villa María, en Córdoba. Entonces un grupo de señoras del Movimiento, encabezadas por Gloria Castaño de De Lafuente, pide audiencia al Nuncio y le explica que si el P. Richards era designado Obispo no podría dedicarse a la pastoral familiar. El Nuncio acoge la idea y propone entonces a Alberto Deane, C.P., quien sería Obispo de Villa María por veinte años. Cuando el P. Pedro supo lo que habían hecho esas mujeres, se admiró de su audacia, complacido por el resultado.
En ese mismo año 1957, Richards asiste al II Congreso Internacional para el Apostolado de los Laicos (Roma), a la III Semana Interamericana de Acción Católica (Montevideo) y a las Primeras Jomadas de Organismos Familiares de España (Madrid). Y recorre casi toda Latinoamérica, estableciendo el MFC en Ecuador, Bolivia, México y Cuba entre 1957 y 1958 y, en los países de América Central, Panamá y en Puerto Rico entre 1959 y 1960. En 1958 participa del Congreso Internacional de la Familia, auspiciado por la U. I. O. F. (Unión Internacional de Organismos Familiares) de Paris. Organiza las Jornadas Latinoamericanas de Pastoral Familiar de Montevideo (1957, 1959 y 1962), y participa de los Encuentros Latinoamericanos del Movimiento Familiar Cristiano de Montevideo (1957), México (1960) y Río de Janeiro (1963).
En 1960, la Tercera Asamblea Latinoamericana (AGLA) lo reelige como Asesor. El Vaticano lo convoca a Roma como consultor de la Comisión de Apostolado de los Laicos, que preparaba el Concilio Vaticano II, al que asistió junto con los presidentes latinoamericanos del MFC, el matrimonio Álvarez Icaza. Ese mismo año, asiste al Congreso del Family Life Bureau, en San Antonio de Texas.
En 1965 participa de la reunión del CICOP en Chicago (Catholic Inter-American Cooperation Program) y en el mes de agosto asiste a la XIV Convención del Christian Family Movement de EE. UU. Ese año funda en Montevideo, con el matrimonio Adolfo y Ana Gelsi, el Centro de Investigaciones y Estudios Familiares. Dedica el año siguiente a la formación de dirigentes, predicación de retiros y organización del Instituto de Formación Familiar, inaugurado en 1967 con sede en dicho Centro, desde el cual funda y dirige el Digesto familiar. En 1967 participa del Congreso de los Laicos, asiste a la convención de la Comisión Familiar de la Organización Internacional Católica en Roma, a la II Reunión de la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos en Madrid y a la VI AGLA en Buenos Aires.
En julio de 1968 viaja a Europa para estudiar en el Instituto de Ciencias Familiares y Sexología de la Universidad de Lovaina, Bélgica, y luego concretar unas investigaciones en Alemania y Gran Bretaña. En Ottawa obtiene el título de Licenciado en Ciencias Familiares.
En 1979 funda en Montevideo el Centro Nacional de Planificación Natural de la Familia (CENAPLANF) para poner en práctica y difundir la doctrina de la encíclica Humanae vitae. Entretanto, continúa su labor de misionero en la campiña uruguaya, junto con jóvenes universitarios, luchando contra la pobreza, el laicismo, el machismo y la baja natalidad y acompañando la prédica con la atención sanitaria; esta tarea se extenderá por tres décadas. Desarrolló también la Cristo-terapia, tomada de la Universidad Gonzaga, de Spokane, para la Consejería familiar.
Juan Pablo II lo nombra consultor del Consejo Pontificio para la Familia y experto asistente al Sínodo de la Familia de 1980. Al ser publicada la exhortación Familiaris consortio (1981), Richards difundió su contenido en conferencias dictadas en toda Hispanoamérica.
En 1988, al celebrarse en Buenos Aires el cuadragésimo aniversario de la fundación del MFC, Mons. Ogñénovich se refirió al P. Pedro como “Apóstol de la familia”.
Desde 1996, por disposición del Provincial Federico Soneira (h.), residió en Buenos Aires, en la casa de la Santa Cruz; afirmó que esto le permitió sentirse libre para desarrollar a gusto la pastoral familiar. En una carta dirigida el 15 de agosto de 1995 a los «queridos amigos del Instituto de Ciencias Familiares», expresó sus sentimientos al tener que dejar el Uruguay, donde residía habitualmente desde 1952: tristeza («hallé en la Banda Oriental entrañables amigos y fervorosos colaboradores. No fue fácil decirles ‘adiós’ a todos ustedes. Me reprimía por dentro, no porque no es viril llorar sino para no hacerlo más duro para todos»); oración, con el fin de que se salvara el trabajo del ICF «porque entreveía que una grave crisis afectaría la labor de tanto años»; aceptación del esfuerzo espiritual que le costaba irse. Señaló que se ponía «a disposición» de todas las diócesis argentinas y «pido a todos ustedes que apoyen al Equipo que se ha responsabilizado en continuar el ICF. ¡Es obra de la Iglesia!».
Presidió diversas celebraciones del Cincuentenario del MFC y, en ocasión de la celebración en Villa Giardino, Córdoba, pronunció su Testamento espiritual (octubre de 1998), que fue publicado por el MFC de Buenos Aires en diciembre de 2001. Continuó recorriendo el país para predicar retiros y conferencias. El 25 de agosto de 2000 se realizó en la Parroquia Santa Cruz la misa en celebración de sus sesenta años como sacerdote. El 9 de diciembre de 2001 se le ofreció un homenaje con motivo de sus inminentes noventa años de vida.
El Padre Pedro fue autor de innumerables artículos, publicados en el Digesto familiar, en Testimonio, en Vínculo, Noticias de Comisión Sede y demás boletines del MFC, y de varios libros, entre ellos Matrimonios en búsqueda de Dios, Madrid, Euramérica, 1965, En el misterio de la familia, editorial Difusión, 1976. Publicó diversos opúsculos en la editorial salesiana: ¿Piensas casarte?; ¿Por qué fracasan los matrimonios?; Diez problemas que preocupan a la familia; ¿Qué haremos por este matrimonio?; Familia, ¿tu futuro?; Educando para el amor. En 1987 reunió diversos trabajos publicados en el Digesto familiar, organizados por temas, en el libro Cristificando la familia, Montevideo, 1987.
Su concepto de “espiritualidad matrimonial” fue cuestionado como inapropiado, porque entonces se concebía que la ‘espiritualidad’ no era algo para laicos. El libro en que planteó la idea del “Cristo nupcial o Tercero del Matrimonio” no encontró editor en Uruguay. La “Iglesia doméstica” de san Juan Crisóstomo es un modelo central en el carisma del Movimiento que fundó.
El 31 de diciembre de 2001, al ser felicitado por su cumpleaños, declaró: “Estoy meditando acerca de cuántos dones me concedió Dios en estos noventa años y en qué escasa medida he respondido yo a ellos”.
En el año 2003 su salud comienza a quebrantarse seriamente a raíz de unos tumores de faringe. Es sometido a diversos tratamientos y sucesivas internaciones. Tras una última visita a la diócesis de Mendoza, quedó postrado en silla de ruedas y debió permanecer en la Casa de la Santa Cruz. El 8 de octubre de 2004 es visitado por los presidentes nacionales del MFC, Jorge y Lucy Calvo, a quienes da tres mensajes: “Que todas la familias del MFC recen el rosario diariamente; que los obstáculos que encuentren sean piedras que como escalones les permitan ascender hacia Dios; no dejen que se apague la antorcha del MFC”. Profundamente mariano, regala su rosario a Lucy Calvo. El 12 de octubre fue nuevamente internado a raíz de un derrame cerebral. Aun así, ofrece su dolor por la labor del Movimiento y la santificación de sus integrantes.
Falleció el 30 de octubre a las 6.30. Se lo veló en la Casa de la Santa Cruz. A las 19 se ofició una misa de cuerpo presente concelebrada por el Provincial Federico Soneira, los Padres Ambrosio Geoghegan y Miguel Igans y el Asesor nacional del MFC, Juan Carlos Meinvielle. Luego de una misa a las 9 de la mañana del 31 de octubre, fue sepultado en el cementerio del Retiro San Pablo de Capitán Sarmiento: llevaba la cruz del misionero, su hábito y sandalias, el símbolo de los pasionistas y la estola con el logo del MFC, obsequiada en ocasión del cincuentenario y que él había confiado al P. Igans. El P. Bernardo Hughes redactó una biografía.
En el diario La Nación aparecieron ocho avisos fúnebres: uno de la Congregación, otro del MFC nacional, tres de la familia, uno de Gloria Castaño de De Lafuente y familia, uno de Enriqueta Lawler de Horan y familia y otro del grupo Belén y su asesor José Antonio Ingr. El periódico Cristo hoy de Tucumán publicó un aviso en primera plana, una nota en p. 4, y una editorial del Pbro. Juan Arnau en p. 20. “Muere un grande” fue el título de la editorial, en la que el P. Arnau señaló que
“Así como España dio al mundo los Cursillos, el Opus, los Neocatecumenales; Italia, a Comunión y Liberación y a los Focolares; y México a los Legionarios de Cristo, la Argentina, por la visión y acción del Padre Pedro Richards, generó el Movimiento Familiar Cristiano (MFC). Pero lo que convierte al P. Pedro en un visionario es su intuición de que las definiciones culturales pasan por el escenario familiar”.
Lo comparó al Papa Juan Pablo II no sólo por la preocupación por la pastoral familiar sino también por su incansable prédica mediante viajes, libros y artículos. El P. Pedro apuntaló así dos Sacramentos, el Matrimonio y el Orden, por cuanto muchos sacerdotes fueron contenidos y alentados por los grupos del MFC. La Nación publicó además una nota el 6 de noviembre.
El 30 de noviembre se realizó un acto eclesial de homenaje en la parroquia San Martín de Tours, donde se colocó una placa conmemorativa junto a la del cincuentenario del Movimiento y se distribuyó un folleto ilustrativo de la personalidad del P. Pedro, al pie de cuya foto se grabó la inscripción “Centinela de la familia”. Concelebraron la Misa el Asesor Nacional, R. P. Juan Carlos Meinvielle, el Asesor arquidiocesano, Pbro. Horacio Reyna, el R. P. Ambrosio Geoghegan, amigo del P. Pedro, y el R. P. Guillermo Carmona, Asesor del Movimiento Schönstatt. Entre los asistentes estuvieron dos fundadoras, Martha Fornieles y María Luisa Murtagh, familiares del P. Pedro, emefecistas y dos novios representantes del Movimiento Fundar.
En julio de 2007, la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos le otorgó post mortem el premio Cardenal Cardjin, en reconocimiento de su labor en pro de la pastoral familiar.
EL PADRE RICHARDS FUE INTUITIVO, VITAL, INCANSABLE, SERVICIAL, SIEMPRE DISPONIBLE, APARENTEMENTE DURO Y ESTRICTO PERO TIERNO Y COMPRENSIVO A LA VEZ; INTELIGENTE, VALIENTE Y FIRME EN SUS CONVICCIONES, CREATIVO EN SUS ACTIVIDADES, CLARO EN SUS IDEAS, RESPETUOSO DEL MAGISTERIO PONTIFICIO, VISIONARIO RENOVADOR Y PIONERO AUDAZ. AUNQUE EN MONTEVIDEO Y EUROPA USABA CLERGY, EN LA ARGENTINA, DURANTE SUS ÚLTIMOS AÑOS, VESTÍA LA SOTANA DE SU CONGREGACIÓN Y RESISTÍA EL FRÍO CON SUS SANDALIAS, SIN MEDIAS; A LO SUMO SE SOBREPONÍA UN PONCHO Y, EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, USABA UNA BOINA, CON LA QUE GRABÓ EL ÚLTIMO MENSAJE AL MFC. TRES EJES FUERON CARACTERÍSTICOS DE SU VIDA SACERDOTAL: EL TESTIMONIO DE ESPIRITUALIDAD; LA VIDA COMUNITARIA Y LA ACCIÓN MISIONERA ENTRE LAS FAMILIAS. ESOS TRES EJES SE REFLEJABAN EN LOS TRES SIGNOS QUE SIEMPRE LO ACOMPAÑAN: EL CORAZÓN, LOGO DE LA CONGREGACIÓN PASIONISTA; LA CRUZ DE ÉBANO, SÍMBOLO DE LA MISIÓN; LA ESTOLA BORDADA CON EL LOGO DEL MFC, ES DECIR, LAS TINAJAS Y LA CRUZ, SÍMBOLO DE SU ACCIÓN EN LA PASTORAL FAMILIAR.